El Líbano visto desde el cerro de La Polka. (Photo credit: jhduarte)
Junoon rehearsing before a concert. Visible from left to right are; Ustad Ashiq Ali and Salman Ahmad. (Photo credit: Wikipedia)
The Catholic Church of Latakia (Photo credit: Wikipedia)
ADUNIS
Ali Ahmad Said Esber1 (Al Qassabin, 1 de enero de 1930), conocido por su seudónimo Adonis o Adunis,2 es un poeta y ensayista sirio.
Adonis ha desarrollado su carrera literaria principalmente en el Líbano y Francia. Ha publicado más de veinte libros de poemas en árabe, y es considerado desde hace varios años uno de los aspirantes a obtener el Premio Nobel de Literatura.
FUENTE: http://es.wikipedia.org
Biografía
Adonis nació en el norte de Siria, en una familia alauí. Durante su infancia trabajó en el campo, pero ya en aquella época su padre le recitaba poesías, que le hacía memorizar. Adonis pronto mostró facilidad para la composición, y en 1947, con 17 años, tuvo la oportunidad de recitar un poema delante del presidente sirio Shukri al-Kuwatli; esto supuso su ingreso en una escuela de Latakia y después en la Universidad de Damasco, donde se licenció en Filosofía en 1954.
Pese a lo que se ha afirmado, el seudónimo de Adonis no se lo impuso el líder del nacionalismo sirio, Antun Saadeh, sino que fue el propio Ali Ahmad quien lo eligió tras haber visto sus obras rechazadas en varias revistas bajo su nombre real. En 1955, Said estuvo preso durante seis meses por ser miembro del Partido Social Nacionalista Sirio. Tras su liberación, se instaló en Beirut, donde fundó, junto con el poeta Yusuf al-Khal, la revista Shi’r (‘poesía’). A partir de este momento, Adonis abandonó el nacionalismo sirio, para abrazar elpanarabismo, al tiempo que renunciaba a buena parte de la carga política en sus obras.
Said recibió una beca para estudiar en París entre 1960 y 1961. Entre 1970 y 1985 fue catedrático de literatura árabe en la Universidad del Líbano. En 1976, fue nombrado profesor invitado en la Universidad de Damasco. En 1980, emigró a París para escapar de la Guerra Civil Libanesa, y durante unos años fue profesor en la La Sorbona y en el Colegio de Francia.6
ADUNIS
FUENTE: http://zonaliteratura.com
ALGUNOS POEMAS DE ADUNIS
Homenaje a ellos
¡Qué veloz es la bala!
No obstante, jamás llegará.
Están sentados-
sus pestañas son velas,
sus manos restos de navíos.
De vez en cuando
el cielo envía un ángel para visitarlos
mas éste se pierde por el camino.
Avanzo en su dirección.
Entre ellos, muerta, una mujer a la que amé.
Entre ellos, un niño que se parece a mí.
Aprenden el alfabeto de las olas
para leer las playas.
Tu pálida imagen
relumbra nuevamente en ellos:
¡Salve! Feminidad de la tierra.
Sin embargo…
No veo en sus heridas ninguna rosa
y las estrellas, sobre ellos, permanecen blancas.
Intentó cruzar la calle:
no pudo andar por la sombra
ni pudo andar por el sol
ni halló, entre ambos, camino.
El día se inclina,
el cielo se acurruca
y el sol
se contenta con ser bastón
para el viejo vendedor de fruta.
Se ahoga al recordar.
Se ahoga al intentar olvidar:
es un infierno que se devora.
El humo es tinta
que escribe el tiempo.
Calle-
templo que se apoya en las muletas de sus oraciones.
De las ventanas cuelgan espectros
que no son ni cuerpos ni ropajes.
Preguntad a la silente misa
que flota sobre los escombros.
El tiempo corre a mi lado
en una pesadilla que improvisa el camino.
La ceniza
que ha devorado a los muertos
no se acuerda de ninguno.
El cielo afirma que desciende
y camina entre la gente.
Tal vez sea cierto
mas yo no lo veo.
Con hilos de rosa
amarraban la muerte
y la arrojaban al regazo del agua.
Despojos de figuras en el cuerpo del aire:
son los hijos del Líbano
que embellecen el libro de la tierra
y enmiendan el horizonte.
Si el mar envejeciera
elegirá Beirut como recuerdo.
A cada instante la ceniza demuestra
que es el palacio del futuro.
Desesperado,
hasta el aire se dispone
a tender el cuello a cualquier asesino.
Rebaños de sangre
pastan por la superficie de la tierra.
¿Cómo podrá cicatrizar esa herida?
¿Y cómo podría alumbrarse de otra?
Versión de María Luisa Prieto
La herida
I
La hoja dormida bajo el viento
es un barco para la herida.
El tiempo perecedero es la gloria de la herida,
y el árbol que sube por nuestras cejas
es un lago para la herida.
La herida está en los puentes
cuando se alarga la tumba,
cuando se alarga la paciencia
entre los bordes de nuestro amor y nuestra muerte.
La herida es un gesto.
Está en las travesías.
II
A la lengua de timbres asfixiados
yo le otorgo la voz de la herida.
A la piedra que viene de lejos,
al mundo seco, a la aridez,
al tiempo transportado en camilla de hielo,
le enciendo el fuego de la herida.
Y cuando la historia arda en mis vestidos
y las uñas azules crezcan en mi libro.
Cuando le grite al día:
¿quién eres tú?,
¿quién te ha arrojado en mis cuadernos
y en mi tierra virgen?,
notaré cómo brillan en mis cuadernos
unos ojos de polvo.
Oiré decir a alguien:
Yo soy esa herida que comienza a crecer
en tu historia pequeña.
III
Te he llamado nube,
¡oh herida y paloma del adiós!
Te llamé pluma y libro.
Y es ahora cuando empiezo a dialogar
con la lengua hundida
en las islas viajeras,
en el archipiélago de la vieja caída.
Es ahora cuando enseño a dialogar
al viento y las palmeras,
¡oh herida y paloma del adiós!
IV
Si en el país de los espejos y los sueños
tuviera un puerto.
Si poseyera un barco
y los restos de un pueblo.
O una ciudad tuviera
en el país del llanto y de los niños.
Haría con todo ello
una limpia canción para la herida.
Aguda como flecha
que traspasara árboles,
piedras y firmamentos.
Tan tierna como el agua.
Igual que la invasión,
desafiante,
atónita.
V
Llueve sobre nuestros desiertos,
¡oh mundo engalanado del sueño y la nostalgia!
Llueve, y agítanos, a nosotros, que somos
palmeras de heridas.
Y pártenos dos ramos
de un árbol enamorado del silencio de la herida,
de un árbol que vele sobre la herida
con las cejas y las manos arqueadas.
¡Oh mundo engalanado del sueño y la nostalgia!
¡Oh mundo que me cae sobre la frente!,
como la herida dibujado.
No te acerques, la herida
está más cerca que tú.
No me tientes, la herida
es más bella que tú.
Y esa magia lanzada por tus ojos
sobre los reinos últimos
ha sido sobrepasada por la herida.
La pasó, sin dejar una vela seductora,
sin dejarle una isla siquiera.
Versión de Pedro Martínez Montávez
El extravío
Perdido, tiro mi rostro al polvo
y a la mañana,
lo arrojo a la locura.
Mis ojos son de yerba y son de incendio.
Mis ojos son banderas y emigrantes.
Perdido, tiro mi rostro al polvo
y a la mañana.
Nazco al fin del camino. Grito.
Y que griten conmigo el camino y el polvo.
¡Qué hermoso es que mi rostro, oh Dios,
se pierda en mí! ¡Qué hermoso que me pierda
yo, colmado de fuego!
¡Oh tumba! ¡Oh final mío
al comenzar la primavera!
Versión de Pedro Martínez Montávez
Deseo
Si me abriera sus brazos
un cedro,
entre las arboledas de honduras y de años.
Si me guardara
de las perlas y velas tentadoras.
Si yo tuviera sus raíces,
y se anclara mi rostro tras su triste corteza.
Me haría entonces nubarrones y rayos
en lontananza,
este país de confianza.
Mas todo ramo en las arboledas
de honduras y de años, viviendo yo,
es fuego sobre mi frente,
fuego de fiebre, de perdición,
que devora la tierra que me guarda.
Versión de Pedro Martínez Montávez
Espejo de una pregunta
Pregunté y me dijeron:
la rama cubierta de fuego es un pájaro,
y me dijeron que mi rostro era una ola
y el rostro del mundo espejos,
suspiros de marinero y faro.
Y vine.
Tinta era el mundo en mi camino
y cada estremecimiento una frase.
No sabía que entre nosotros
había un puente de hermandad,
de pasos de fuego y profecía.
No sabía que mi rostro
era un barco navegando en una chispa.
Versión de María Luisa Prieto
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